lunes, 24 de mayo de 2010

La payasada de 'Lost'

La intenté ver hace años, no me acuerdo si era la segunda o tercera temporada (por las críticas ha de haber sido la tercera). La ciencia ficción no es mi fuerte así que la abandoné al segundo capítulo que intenté ver. Tal vez si la hubiera agarrado desde la temporada uno le hubiera puesto más amor.

Hoy por la madrugada daban el final de una serie, que muchos nenes definen de culto y varios elogios exagerados más. Con tiempo de sobra, me dediqué a ver como terminaba, por lo que ví un resumen de quince minutos de las primeras cinco temporadas y parte de la sexta. Finalmente vi los últimos cuatro capítulos enteros.

Di cuenta que no solo no es una serie de culto ni de nada, sino que como preveía, no me perdí de nada y, si no hubiera visto este resúmen+final, tampoco. Pero como estaba al pedo...

Dentro de los tres mil quilombos de la isla, sus secretos, su fuente de electromagnetismo, de los viajes en el tiempo, el movimiento de la isla (gracias a que uno empujaba algo en el centro!!!), los números con significados, de las vidas paralelas, de la lucha del bien contra el mal, los elementos religiosos, la física cuántica... de todo esto (y más) habrán resuelto concretamente las historias de amor de los personajes y el ansiado final, ese que estos fanáticos ya se habían encargado de intuir: estaban todos muertos. Una salida fácil y predecible que solo aceptan aquellos más férreos seguidores de la serie.

Por mi falta de visión al cabo de los años, lo más posible es que me haya perdido la solución de varios detalles pelotudos que asombran a la gilada, que me haya perdido detalles de guiños a la literatura, la ciencia ficción y no sé que sartada de cosas más que contenta a quienes creen que, averiguando estos asuntos, se hacen más inteligentes. Pero ni falta que hacía si una serie es buena por estos trucos baratos.

Esa isla parecía una casa de putas, de traiciones puras al mejor estilo novela mexicana. Unos, un día con unos, otros días con otros; y esos que estaban con otros a los cinco minutos estaban con unos. Constantemente se clavaban cuchillos, se disparaban tiros, mueren y vuelven a aparecer por no sé que extraño movimiento en el espacio-tiempo.
Y después me llamó la atención el impresionante sentido de la orientación, la experiencia del nado, la increíble capacidad de mantenerse limpios y bien conservados, alimentados. La increíble mala suerte (demasiada a veces), la increíble suerte (demasiada a veces), ambas presentes constantemente. Como respuestas a los mil y un actos que se suceden allí. El azar exagerado.

Leyendo hoy comentarios, uno pedía que se lea "El jardín de los senderos que se bifurcan" de Jorge Luis Borges. Un buen cuento de 1941 que se anticipa de alguna manera a la física cuántica y que sin dudas me parece lo han leído los autores de la serie.

Entendiendo ese pedido, se sabe que uno es un buen cuento. Lo otro una payasada tirada de los pelos que podría haberse resuelto en dos, tres años y, que gran negocio, se estiró hasta límites que rozan el ridículo. Algo que se puede soportar si no sos mayor de veinte años. En su defecto, te creas un rejunte de pelotudeces uno tras otro porque no querés abandonar el alma de niño. O una más: que creas que por averiguar esos trucos de guionista pseudoguay, seas el más listo de la clase/oficina/negocio, etc, etc.

Todo sin olvidar el lamentable final. ¿No tenían ganas de pensar o es que realmente no había más posibles finales, o en realidad el que paga es el que manda?

Radiohead, "Where I End And You Begin", en esa grabación que se llamó From The Basement.



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